ansiedad- tips para comer mejor

El estrés afecta los hábitos alimenticios normales de la gente, haciendo que se inclinen por refrigerios poco sanos con mucha grasa y azúcar, en lugar de opciones alimenticias más sanas. Además, las personas estresadas comen menos de lo habitual en sus comidas principales. Lo ha descubierto un estudio de la Universidad de Leeds, en el Reino Unido, en el que se estudiaron los efectos del estrés laboral y no laboral sobre la alimentación de 422 personas, hallando que la tensión nerviosa produce cambios perjudiciales en la dieta y conduce a conductas alimenticias malsanas. Por ello, “aunque la solución de fondo del problema consiste resolver en los problemas y conflictos psicológicos que están en la raíz de “comida emocional”, la experta en dietética y adelgazamiento aconseja seguir una serie de consejos destinados a des acelerar la mesa y mantener a raya la alimentación compulsiva estimulada por el estrés: • Mastique en vez de tragar. Al comer deprisa no se deja tiempo suficiente para que la sensación de saciedad llegue al estómago por lo que se tiende a ingerir grandes cantidades de comida, y el proceso de digestión se ve dificultado. Mastique e insalive muy bien los alimentos que se lleva a la boca en vez de tragarlos. • Frene un poquito. Comer en 5 minutos o devorar los platos sin saber siquiera qué se ha comido, además de privarle del placer de paladear los alimentos, conduce a largo plazo a sufrir trastornos digestivos y a ingerir más comida que lo deseable. • Cultive la serenidad. Lo ideal es comer en un ambiente tranquilo, relajado, sin tensiones y con el tiempo suficiente; las famosas “comidas de trabajo” rara vez proporcionan una buena digestión, sino un montón de gases y cierto ardor. El tiempo que se “desperdicia” en comer con tranquilidad, más adelante se gana en salud y bienestar. • La regularidad es saludable. El orden es una de las cualidades que más agradece el organismo: se recomienda que las comidas se hagan a la misma hora y que, de ser posible, la cena no se tome demasiado tarde. Los horarios regulares favorecen entre otras cosas, un comportamiento alimentario adecuado y una buena digestión.

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