Un Santo Tenista y Surfista

El pasado 11 de octubre de 2009, el papa Benedicto XVII canonizó a un deportista que quiso seguir a Jesús consagrándose como monje. Se trata del Hermano Javier Sartorius Milans Del Bossch quien después de una insaciable búsqueda de Dios, escaló en medio de la lluvia, durante dos horas, una altura de 1.180 metros para tocar las puertas del Santuario de la Virgen de Lord ubicado en el Prepirineo, Diócesis de Solsona, para ingresar como monje a la Comunidad de Lord. Me interesa destacar aquí, la dimensión deportiva de este joven a quien deportivamente le llamaban “El Zurdo de oro” puesto que su deporte era el tenis de campo, disciplina que entrenaba y competía junto con su hermano Fernando. Esta dupleta hizo historia en el ambiente competitivo de Zaraus y Madrid el día en que ganaron dos juegos a la pareja Casal-Sánchez Vicario, entonces el ambiente tenístico de San Sebastián celebró la victoria de los hermanos con gran júbilo. Más tarde el joven Javier emigró a Los Estados Unidos a estudiar Administración de Empresas, cosa que abandonó al mismo tiempo en que empezó a disfrutar en el ejercicio deportivo de Surfear en las olas de California, y compitió para ganar el campeonato Norteamericano pádel,(Variante del Ténis de Campo. Ya en el monasterio, el tenista cambió la raqueta por el azadón y la alegría del Surf la sustituyó por la dicha de la oración y el estudio de la Biblia. “Tenéis el cuerpo abandonado” decía a sus hermanos de monasterio, entonces organizó un rudimentario gimnasio con lo que ayudó no solo a fortalecer su cuerpo sino también su disciplina monástica, pero sobre todo, nos demostró que el ejercicio físico y deportivo es compatible con la vida espiritual. Como atleta adquirió las virtudes propias del campeón que busca la corona incorruptible que Pablo refiere en 1 Cor, 9, 24-27 , la cual alcanzó compartiendo la Victoria con Cristo Resucitado. Sus palabras sirven de motivación para el deportista contemporáneo:«Puedes ser tenista de fin de semana. Pero para jugar en primera, hay que entrenar duro todos los días, y muchas horas. Sólo así se gana» Su vida cristiana también puede tomarse como ejemplo para el deportista que quiere seguir a Jesús; pues “ Javier fue un campeón en todo cuanto hizo, en el trabajo físico, en la oración, en el estudio, en la caridad, en la simpatía, en el cariño hacia su familia y sobre todo, en su amor a la Cruz, en su entrega a Cristo. Ahí sí que ganó”.En la comunidad deportiva católica estamos celebrando la canonización de este Tenista y Surfista de Cristo, puesto que tenemos otro deportista en el santoral de la Iglesia.

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